La Barrera

Existe una barrera que se erige solo al frente, y luego, en mis sueños, rodea los costados, encerrándome día y noche. El fondo fangoso solo es problema cuando llueve, y hace imposible el descanso. Las plantas se cuelan por el borde, hojas fosilizadas revelan el follaje nativo, el sol esquiva la circunferencia del material desconocido, de otro mundo. Vivo entre sombras. Las nubes descienden como estimulo vital, saltan el obstáculo impuesto el agua condensa en mi piel, las gotas se deslizan hacia mi boca, manteniéndome con vida, o eso creo. Siento que alguien toca mis labios, que la luna extiende sus brazos y me fuerza a cerrar los ojos, que mi tacto percibe el roce de un ente explorador y curioso impulsado por la eterna búsqueda de lo inalcanzable. Pronto descubro la forma de otros labios, distintos a los míos, a los de todos los hombres, que se deslizan lateralmente, apenas suspirando, apenas delatando su naturaleza terrenal.

El siguiente día la barrera desaparece, y mis deseos son cumplidos. El material de la muralla se esparce hacia el horizonte, nada crece, me es imposible dormir. Las nubes demasiado altas para alcanzarlas, el sol implacable quema mi piel, la noche nunca llega, y, por eso mínimo instante, lo años nunca pasan. E intento escalar, sostenerme de alguna saliente, analizo las posibilidades, lo perdido. Lo recuperado. Lo nuevamente perdido. Me impulsa el conocimiento, o el redescubrimiento. Y camino, hacia el fin del mundo, ilusionado por volver a este lugar y encontrar la barrera arrasada por el tiempo.