20 nov 2012


Miss my Graveyard Girl.

“Ahora que soy un poco mas viejo simplemente no puedo plasmar mis achaques emocionales”
Evelio Gil El Viejo.

Siempre me ha parecido curioso empezar un relato  con una cita como la anterior, y lo he hecho en par de ocasiones solo por cumplir con un requisito propio. Al azar escogí una cita cualquiera, sin que tuviera mucho que ver con el tema a continuación y la coloqué esperando que el lector logre hacer la conexión que yo no. Algo similar pasa con el titulo, en ingles, y que no conecta con nada de lo que estoy dispuesto  a escribir en este instante, pero igual latente y merecedor de un espacio privilegiado.

Todo nace de quedarse en casa un día de semana. De no ir a clases, o al trabajo y percibir todo desde ese ángulo que se oculta tanto entre la rutina. Escuchar los ruidos característicos no presentes un fin de semana, ver el transito desde el sentido contrario, ver los programas de televisión vespertinos tratando de manejar la sensación de estar perdiendo el tiempo. Un desayuno con mucho aceite vegetal, un almuerzo con mucho aceite vegetal, indagar que es la carne de soya, apreciar como el cuerpo se desgasta y desgarra, concluir que para ser bueno en algo, tener alguna pasión y vivir de ella hay que ser apasionado de niño, como desde los once.

Yo a los once no era bueno para nada.

Recuerdo que siempre he tenido ese orgullo de no defraudar a otros que me impulsa en gran parte a completar mis objetivos, pero paralelamente está esa flojera crónica propia que en tiempos como estos me hace defraudar a todo el mundo.

E intento no meterme a mi mismo en todo este paquete. No sé como incluirme la verdad.

Hace poco conversaba con alguien que en mayor o menor proporción comparte un poco mis inconformidades sobre la rutina, el trabajo, etc, y no llegamos a nada. Esa es la conclusión.

Hace poco escuché en un comercial algo así como: Consigue un trabajo que te apasione y no trabajaras un día más. Que grandes privilegiados.

Volviendo a la persona con la que hablaba hace poco yo le dije –capaz nuestro papel es ser los fracasados para que la gente del comercial ese sea la privilegiada de no trabajar un día mas- Claro, no es propio de mi creer en argumentos como ese, pero su duda sobre la posibilidad creo duda en mi. No pasó más allá de eso.

Ahora tengo 25, y creo soy bueno para que la gente evolucione.

Felicidades.

Parte II.

Recuerdos de un tronco en medio de un bosque de pinos, y otros arboles antiquísimos. El musgo sobre una de sus caras e insectos haciendo vida en su interior.

Recuerdos de espigas cubriendo toda una montaña. Pinos antiquísimos derrumbados, y pequeños arboles incubados e identificados con un color y un numero  sembrandos en fila para rescatar a la vieja generación.

Recuerdos de un camino de tierra ascendente, luego descendente e intrincado. Una explanada al final donde generaciones se han sentado a realizar tertulias existencialistas, a dejar legados, a lanzar discursos al futuro sobre amistades que ya parecen desahuciadas.

Recuerdos de un pozo de agua artificial, y una torreta clausurada para jóvenes suicidas, borrachos y deportistas sin miedo al intersticio entre estados de la materia.

Recuerdos de muchas primeras ocasiones. Humo combinado con niebla y risas, estados del subconsciente exaltados. Pasión exacerbada por seres tan ajenos y lejanos.

Recuerdos de un sentimiento de no pertenencia que parecía nunca ser amenaza, ocultando su deseo estrujante de fauces y garras, ansioso por el arrebatamiento de la identidad y juventud.

Recuerdos del Volver.