5 may 2009

Cristal y Artefacto-BEIRUT

Desvelo
en la claridad de la mañana
como ninguna otra.

Concreto vaciado en toneladas
impide el libre paso de las almas
que siguen un camino laberíntico.

Revelo
el temor de un día no vivido
bajo la sombra de estructuras artificiales.

Estructuras erigidas
que ceden tiempo a tiempo
dan lecciones de humildad.

Viajo a lo que carece de vida. Cristales y artefactos testigos día a día de un sentimiento que renace con cada amanecer reacio a desaparecer en un mar de palabras no pronunciadas. Abrir los ojos y percibir el olor indescriptible de una vida que se escapa. Querer sentir todo lo posible, escuchar cada espectro de sonido, probar lo prohibido y ver lo inimaginable. A la vez que me recluyo en lo construido por el hombre y en las pocas responsabilidades que nos acechan.

No contar el tiempo que se desvanece con cada atardecer y dejar los deseos a un lado por simples carencias y una que otra obligación. Y viajo hacia ti, la próxima parada en mi tránsito cada mañana. Apareces de entre los arbustos, escudada por la naturaleza que te protege de las bestias carnívoras y despiertas cuidada por la flora, más bella que el día anterior, con un perfume que mezclas en exacta proporción todas las esencias dispuestas para ti. De un resplandor que me ciega pero característico a mis pupilas que poco a poco se acostumbran a tu brillo matutino. Deseo preguntar como duermes, como en la oscuridad obtienes abrigo. Como cada mañana apareces de un sitio distinto, entre las sombras, sonriente como si la vida no pasara para ti. Al instante tu semblante cambia, al respirar mi aire contaminado de indecencia, apatía y conformismo. Me observas con rencor, pero no el suficiente para cuestionarme y flotas hacia las fronteras, donde el follaje desaparece tentando a los cazadores y bestias al otro lado de los limites.

Y viajo hacia ti, el demonio que acecha a mis espaldas, que tanto a tanto saborea mis hombros con su lengua puntiaguda. Riendo por llevarme a un paso del abismo. Atado de manos es incapaz de empujarme, solo murmura sonidos indescifrables, que tienen sentido con el paso del tiempo. De piel gastada por el tiempo y ojos rojos mis miedos retoman poder cuando el sol se oculta entre las columnas, cuando te ocultas de mí, y cuando

BEIRUT

evoco unas cuantas letras desordenadas, los sonidos graves de los trompetistas al fondo de una marcha mexicana. Lo que implica los recuerdos de una vida tristemente no vivida que evoca sentimientos innombrables, dolores de corazón, ansiedades y demás. Lo que evoca un mínimo suspiro de deseo y confusión en las paredes que tiempo a tiempo confiesan lo vivido por el hombre, cuando la melodía se convierte en dolor y cada nota recuerdo episodios pasados cada uno más antiguo hasta llegar al primordial.

Y viajo hacia ti, mi última parada. Tus ojos en la penumbra antes de amanecer, entre abiertos del sueño y el temor, esperando por un beso, una caricia que demuestre tu humanidad. Lo que evoca el recuerdo de tus labios esperando ser acariciados por mis dedos. Y de nuevo tus ojos cerrados tentando mis acciones, una leve sonrisa, sentir que descansas en mi pecho mientras emprendo viajes a las costas más lejanas del sol y tu piel se deshace entre mis dedos por el calor. Tu perfume siendo vaporizado al instante entre rayos luminosos de mil años luz de edad ofrece el último recuerdo vívido de un viaje que termina.

Lo que evoca sentir tiempo a tiempo,
y resurgir de entre el polvo de tu piel
día a día.