8 ago 2010

Súper 24

No quiero la copia del asunto, que tiene un asunto reposando en mi escritorio. O una tarea como cualquiera. Que cumplo y me enorgullece dos segundos. Entonces viene la próxima.

Lo que me ciega, de lo sorpresivo, es la capacidad de crear ese capullo. Dentro de un carro.

Un secreto.
Dos secretos.
Un bolígrafo sin tinta fue lo que utilicé….
Mentira
Un teclado sin sensor de pulsaciones fue lo que utilicé…

/
Está esta copia del asunto que alguien dejó en mi escritorio en una especie de broma, y la entiendo, y me da risa. No creí nunca en la posibilidad de sonreír tan tonto, por este asunto tan tonto.

Ahora, es turno de ordenarme.

Las Cortinas

Tu ventana no era mi ventana hasta que decidiste quitar las cortinas naranja, luego de eso paso a ser un objeto de estudio. Al principio arrugadas, nunca de pliegues ni faralaos, un trozo de tela ascendido a cortina. Verticalizada ella y su función, contaba con otro panorama desde el lado externo, y otro conservador aunque curioso esperando el día de lavandería y que la casualidad la acompañase

Y al pensamiento del sol amarillo, o blanco, o naranja rojizo, del tono anterior al que se refleja en tu pared, desconozco la transición entre luz y tela en la pintura blanca. Solo que esas cortinas ya no están, para que la gente te viera en tu último acto de placer.

También la luz de la luna cuando está, las cortinas nos están, y reflejan en tu cuerpo, te vuelves faro. Tus dientes se reflejan, y tus ojos, si eres capaz de abrirlos, reflejan todo. Tu pupila desaparece, hasta las pequeñas venitas que usualmente rodean tu iris se encogen en sí mismas, se vuelven internas y más latentes. Tus manos toman ese acto de violencia, y cuando no consigues la pared golpeas la ventana, los vidrios caen y se pierden, porque lo has lanzado lejos cuando das golpes a tu pared de rabia. Sin obtener las respuestas que buscas halas la cortina y la rasgas quedando inservible. Mismo Destino de tu cuerpo poco después.

Esa es la explicación. Ahora mi propósito no lo mueve conseguir las respuestas que tu no, o tratar de entenderte, ni siquiera miedo a que me observen. Es otra cosa. Intento ir, volver a lo que era antes de ti. Nada me sale, ni una canción barata. Porque estoy demasiado al tanto de lo que sucede afuera y todo me distrae. O porque aprendí demasiado a estar contigo y te llevaste mi inspiración.

Entonces procedo a hacer lo que más te molesta. Tocar tus cosas y convertir tu desorden en el mío porque no tengo esa capacidad tan preciada de separar los desordenes. Vivir y decir este es mi desorden, y este es el mío aunque la mayoría de mis cosas estén bajo las tuyas. Era algo bastante sencillo de resolver, solo no tenias que colocar las cosas en nuestra cama para lanzarlas luego al piso cuando estabas demasiado cansada pero insaciable.

Es eso, tienes muchos objetos que no entiendo, ni recuerdo su fecha de adquisición. Sin referirme al concepto más vago que conozco, solo a tus pertenencias que en ese instante cediste y son mías. Y aclaro que no es una cuestión de honor no llamarte y simplemente preguntar, es que es imposible. En realidad estoy muy aburrido, y no niego que consigo un poco de diversión revolviendo cosas que te lanzan a un momento específico de la vida para pensar como se ha jodido todo. Además de pensar en situaciones totalmente fuera de contexto como la que voy a describir a continuación.

Tus cajas no son marrones, no son clásicas, no se envuelven en tirro industrial. En realidad no tienes ninguna caja, solo que al hacer una tarea como esta no puedo evitar en el armario de mi madre, y su orden, y sus cajas de navidad.
Tus cosas están de aquí a allá, por lo que es imposible encontrarlas en el primer intento sin pensar un poco. Piensen, ¿Dónde guardaras tus cortinas viejas, o nuevas, cuando tengas tu propio espacio?

Y surge otro problema. Dependiendo del estilo de vida que quieras tomar, o el que ves desde ahora como el que deseas te hace imposible, si es como en mi caso, que no quiero poseer excesivas cosas imaginar donde acumularé mis cortinas.
Entonces la única solución sería vivir con mi madre o una figura materna parecida.
Cosa que no puedo decir que no he pensado. Porque vivir en el desorden es algo que me está permitido con ella, acumular la vajilla, las botellas, las medias sucias y que igual todo se vea medianamente limpio. No sé lo que sucede de 7 de la mañana a 8 de la noche, pero es mágico, como retroceder ocho años e ir a casa de mi madre y preguntarle todas estas cosas a una vajilla decorativa.

Salgo de la casa, y vuelvo a nuestra casa, a tu habitación. Y entonces decido pensar como tú.

Obvio no obtuve respuestas.

Decido llamar a tu hermana. Ella me pregunta de todo. Como si no hubiese tenido contacto contigo en años. Pero no contesta mi pregunta, le parece de mal gusto.

Y esto me deja pensativo.

¿Por qué todo el mundo me ve como si no me hubiese afeitado en años?

No hay comentarios: