28 mar 2008

Sonríe como me gusta


Son de esas cosas que nunca se olvidan.

La luz se entibió en el vagón. Las miradas de desprecio acecharon. Fui hacia atrás en mi memoria. No se porque.

Los sujetos anónimos recorrían el pasillo sin fin. Iban y venían. Desorientados. Aquí y allá sin saber que hacer. Les indique el camino, el abismo tras el pasado. Algunos se resignaron, otros persistían en seguir vigentes en mis recuerdos.

Rostros alegres saludaban. Desenfadados. Sin ningún tipo de preocupación. Sonreían hipócritamente y se plasmaban en mi mente resistentes a morir. Ahí estáticos, sin otro papel que hacer florecer mi sentimiento de soledad. Entre ellos aquella niña de nueve años que me acompañaba cada fin de semana, tomaba de mi mano y me daba seguridad ante los otros niños un poco más despiadados, ella no saludó hipócritamente, cuestionó mi decisión. Y ahora me cuestiono a mi mismo -¿Vale la pena?- No vale la pena, ni siquiera recuerdo su rostro ¿su nombre? –Adriana y soy Aries- me susurras. Empiezo a recordar, y sigo sin saber porque. Marte era nuestro planeta. Juntos viviríamos en Marte alejados de los otros niños que querían llamar tu atención. Aun siento el calor de tu mano junto la mía, tu amabilidad y tenacidad al hacerme levantarme una y otra vez ante el desprecio de los otros. Pero al igual que todo un día te marchaste, sin aviso ya no tenia tu seguridad. Quede a merced y pronto yo marché también a otro lugar donde fui tratado de la misma forma escudado tras una timidez perpetua, arrastrando mi pasado, siendo subestimado.

El primer beso escondido tras un velo de inseguridad y un deseo empalagoso de seguir atado a tu lengua, el primer amor y los esfuerzos sobrehumanos realizados por captar tu atención, el primer baile de quince años en el que lucí totalmente ridículo por querer demostrar a tus padres algo que no soy, la primera cerveza y el primer cigarro que te ofrecí fueron fantasías inconclusas que desaparecieron. Todo se esfumó este día. Todo pasó a ser trivial, algo que no vale la pena recordar. Algo que todos olvidan y dan por sentado. Solo frases que trataban de consolar a los que aun tenían la esperanza de vivirlo una vez. Solo palabras vacías. Solo uno que otro que guarda el secreto y lucha por lo que algún día pasó. Valientes los que no olvidan, yo me he dado por vencido

En la oscuridad y desvelo revelo mis pretensiones. Olvidar, solo eso. No sentir deseo de ver a ninguna de esas personas que saludan y esbozan las mismas sonrisas hipócritas que ya he mencionado. Tener el juicio necesario para seguir adelante y pode dormir. Dormir en paz, sin sueños rememorativos, sin recuerdos punzantes cada vez que cierro los ojos.

Pero no eres tan fácil, luchas. Luchas más de lo que hubiese esperado. Pierdo el control de mis emociones y decisiones y pasas a ser tu la que domina haciendo que piense mas en ti hasta desvariar con el deseo de encontrarte una vez mas

Son de esas cosas que nunca se olvidan, tu sonrisa. Trato, en vano. Me persigue y gatilla su poder contra mi. Lucho sin tener oportunidad de victoria como la mayoría de las veces, tú por tu lado descansas en tu trinchera marciana pretendiendo dirigir una guerra ya ganada. Sin preocupaciones ajenas al hecho de hacerme trizas cada vez que fijas tú mirada oculta en mí. Disfrutas todo el escenario. Yo en cambio he gastado mi ultima arma, sabía el desenlace desde un principio al igual que tu.

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