24 feb 2010

Viajar, Fumar/Consuelo, impedancia/Descenso, deceso/


La espera hace del viaje. El preámbulo de tomar el morral a cuestas, adivinar el peso y la espalda que se fortalece. Repasar e intentar dejar lo innecesario.

El encendedor reprime el primer cigarrillo y despedaza la hora.

Hasta el autobús que no se detiene. Me siento (de) nuevo, tomo la música, guardo los billetes. Nadie espera mi temprana llegada. Nadie sabe a dónde me dirijo ni el camino que tomaré esta vez.

Retomo, me escondo. Cometo un crimen. Me observan los carros que pasan. Los veo a ellos con la misma curiosidad. Los carros, no la gente.

Es mentir afirmar que tomo un camino diferente cada vez, pero lo es.

Me gusta viajar, y afirmar a la ligera. Nunca cambiaría un viaje por tierra.

Me gusta estar en silencio, tomar cada luz y difuminarla en la noche. Cada trazo o trozo y hacerlo historia.

Coincidir con alguien, conocer a alguien.

Mi gusto que es confundido con apatía. Disfruto el viaje en silencio, exento de la toz, la habladuría, el pasillo transitado y no tan transitado.

La velocidad relativa de lo que se aproxima, y lo que se aleja. La tierra que se ensancha y aplasta por mi propia incidencia.

La estela amarilla siniestra, roja diestra.

El viento y su olor. Me retraigo y siento un sabor.

De cada marca en el asfalto, vidrio, papel y plástico. Concreto, metal.

Intercambio de energías y exergías.

Soy parte de esto sin ser parte. Sin tener en control en mis manos la via me lleva a su desembocadura.

En un semáforo, un traslado, una transferencia, una vuelta en U.

Beber y comer. Asociar a esto la posición correcta para viajar.

Llego a la extensión, el final o el principio

Paso el tiempo sentando en la terminal.

Veo los niños, y me extraño. Me extraño sin saber quien era.

Quisiera decir que me desconozco, pero lo desconozco a el.

Su valentía, su decisión. Los viajes que no necesitan de otros medios.

El impulso propio, correr, pensar en llegar. Y volver.

Llorar al caerme, llover y aprender.

Paso el tiempo fumando en la terminal absorto, sin/con quien compartir.

Sin ofrecer fuego, sin comentar mis anécdotas. Lo que me emociona.

Una banda sonora para la noche. El amanecer, algo suave. Algo que me emociona.

Ceder el paso, ceder un asiento. Ver agradecimiento, tocar un gesto.

Comprar un nuevo boleto, un nuevo destino. El único destino.

Ver accidentes salvados. Accidentes siniestrados.

Conocer de toda la vida a tu compañero de asiento. Iniciar el cotilleo.

¿Nos podemos separar? Quisiera tener su amistad para siempre.

No olvidar los rostros.

Quisiera compartir ese asiento con el recuerdo de mis amigos.

Al final del autobús, y cinco asientos.

Con solo recuerdos.

Porque me gustar viajar en silencio, ocupándolos todos.

/

Consuelo, con mi forma no entrenada.

Consuelo me llama para pedir consuelo.

Y no se lo sé dar.

Consuelo a mí mismo y lo necesito.

Necesito aprender a dar consuelo.

Consuelo en el suelo,

Consuelo en los aires.

Consuelo donde sea me ve.

Incienso de mi propio consuelo e incapacidad

El aroma de Consuelo y su perfume de tristeza.

El aroma no sensorial del consuelo me entristece.

Abrazar el consuelo y compadece.

Caminar tras Consuelo sin sostenerla.


Autoimpedancia.

Me influencio, y se lo extraño que estoy.

Quiero decir algo que nunca haya sido escuchado.

Quiero explicarme con razones que no hayan sido explicadas

Aunque no sean totalmente ciertas.

Busco prohibirme.

Quiero colocar el televisor boca abajo

Cortar el cable de internet

Quemar mi teléfono celular.

Enfocarme en el ápice, no recurrir a los mismas imágenes que me calman


Lo que pasa frente a mi ojo me desborda y lo espanto. Utiliza luces incandescentes, luces de emergencias, rojas al inicio.

Continúo sin verlo.

Mis poemas son en blanco y negro.

No es un problema de poder, o de capacidades.

Son las consecuencias.

El propio conocimiento que he llegado a tener de mi mismo.

Hace irme agachas. Reprimido por mí mismo.

La señal llega y se hace más fuerte.

Mi memoria se activa con el mínimo estimulo.

He bajado el tiempo de reacción.

Saber lo que quiero, y saber cómo dañarlo.

Y que al final no me importe.

Soy el único héroe de esta historia.

/

Sonrió cuando no debo. Escudo de los nervios, de una forma de pensar atolondrada.

Triste me entristezco. No por el muerto, o el ataúd desventura de la gente que lo llora.

La cabina abierta, el protocolo y lo que se debe hacer o no.

Las etapas del descenso, cada una acompañado de un grito más fuerte.

La primera elevación y el primer descenso, a prorrogar las horas.

La segunda elevación hacia el transito, donde el día a día nubla la mente un par de horas.

La ultima elevación y la impotencia del desprendimiento.

Tumbas de otros más desafortunados son pisadas y vejadas. El espacio y el dinero que se hacen hermanas hasta en el lugar de los muertos.

Prosigue la procesión, enflorada, enrrumbada, encallejada hacia la refugio final.

Un hombre que es alzado por los hombros de toda su descendencia. Un honor para los vivos, hasta para mí.

El ultimo descenso. El concreto vaciado. El tiempo correcto que permanecer.

Los niños que aun no entienden el dolor de un muerto desconocido. Le lanzan flores solo por el simple acto de verlas caer.

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