19 abr 2008

El Intermedio


Una mirada atónita, una de alivio, una más allá que se debate entre la aceptación y el rechazo. La llamada que trae consigo lo innombrable, al igual que las mil y un maldiciones producto de ese recuerdo. De mil recuerdos de un amor-odio de un pasado que se niega a morir. Muchos hablan de describir el sentimiento intermedio. Presente solo cuando no conocemos el próximo paso. A oscuras caminar por un sendero sinuoso y sin muchas opciones de arrepentimiento. Muchos hablan de analizar, de no dejarse llevar por la corriente. Pero eso me condena, sí evito ser arrastrado me convierto en un tirano, déspota, dictador además de reflejar lo poco que se acerca de cuestiones amorosas hasta viscerales. Si acepto entonces traicionaría no la mala imagen que tienen de mí, sino mis propios principios. En el intermedio no sucede nada. La corriente se estanca y los sentimientos se lagunizan, dejando la afluencia para crecer en una profundidad muy pocas veces estudiada.

En el intermedio nadie actúa, todos flotan esperando que el destino, entre otras cosas, resuelva de forma milagrosa todos las incógnitas. En el intermedio nadie tiene respuestas porque las respuestas a nuestras preguntas las tiene otra persona que se niega a confesarlas. Personas que no son movidas por el egoísmo. Simplemente ansiosas, además de dudosas, de las otras que flotan en la cercanía simulando desatención. En el intermedio nadie es feliz, todos dudan de si mismos. Creamos paradigmas y nos desacreditamos. Dejamos a un lado las posibilidades y nos concentramos en las fatalidades. En ver el vaso medio vacío, no medio lleno. En el intermedio insistimos en poematizar todo y darle a cada aspecto de la vida el aire pesado del doble sentido. Que cada cosa significa otra y otra menos factible, pero en la que creemos y debatimos. En el intermedio nadie puede vivir para siempre. Asi que el tiempo debe ser contado como se hace en el mundo normal, aproximando claro. Está de más decir que en el intermedio el sol no se mueve de su posición, la noche nunca llega, y, por ese mínimo instante, los años nunca pasan.

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