26 sept 2010

believer in the dark

Veo la ventana sobre el tiempo.

Las crisis, anécdotas, experiencias a los veinte, treinta, cuarenta, y espero vivir sólo suficiente. Hoy un niño me habló por primera vez en mucho tiempo y fui su héroe por ese instante. Ese viaje en el que me ve como un modelo a seguir, y aun me pregunto por qué. La independencia, cruzar la calle, manejar, fumar, tomar todos los días ¿Cuándo dejaron de ser deseos lejanos? Justificar, justificar ambiciones, o anhelos. Comportamientos, fundamentar estilos de vida, excesos materiales, vicios. Argumentar, decir que lo más bello del mundo ha sido visto por mis ojos, y sólo por mis ojos, ¿Qué queda para lo demás entonces? ¿Es apreciable en una fotografía? ¿O se pierde en el lente? ¿Hay que viajar al otro lado del mundo? Un atardecer, una tormenta eléctrica, ¿Hay que verla del otro lado del mundo? No lo creo, y me detengo justo para no ser pretencioso. Me han visto, callado en el viaje. Viendo y lo seguiré viendo hasta que decida lo contrario. Hasta que decida ver otras cosas, o acepte que no lo puedo sentir todo. No me conformo, pero me basta con lo que tengo, con mis experiencias, mis mentiras, mis verdades, mi cinismo. Mis amigos. Todos los años de mi vida, hasta ahora. Y a eso le temo. A nunca encontrarlo, a conseguirlo, a poseerlo y perderlo, a no verlo nunca más, a no estar consciente de esto nunca más. A olvidarlo. A ser olvidado.

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