Bad dog, no biscuits!* (I)..
Amo mi perro. Él disfruta olfateando las rosas, pero no a los humanos, bastante inteligente. Generalmente se aleja de cualquier forma bípeda, no mueve la cola buscando cariño. Y aunque llora a veces no lagrimea pidiendo sobras de comida. A veces, un poco confundido, se rinde ante una bella muchacha con perfume de lavanda, lame su palma y percibe sí es simpática. Sí no lo es se marcha sin mirar atrás tildándola de hipócrita, un poco prejuicioso. Sí por el contrario lo es cae rendido ante sus caricias en la barriga, como todo hombre: poco inteligente. Después de ese placer de unos pocos minutos se marcha hasta que otro perfume llame su atención. He notado que el jazmín no es de su agrado, y no hace falta decir que odia las colonias baratas. Mi perro es literato, a veces lee alguna que otra mala novela solo para criticarla. No lee escritores latinoamericanos. Uno que otro alemán, creo que Nietzsche, aunque no estoy seguro si es alemán. A veces lee el periódico al revés porque al derecho no entiende nada, opina de política y le da un vistazo a sus acciones en la bolsa, he notado que no es muy bueno invirtiendo porque siempre se le seca la nariz leyendo. Y no estoy orgulloso de que mi perro sea mas intelectual que yo, pero si estoy orgulloso. Mi perro no tiene a quien rezarle, pero no lo malinterpreten, el respeta todas las religiones. Aunque en cuanto a las razas, no le gustan los de Corea del norte –Norcoreanos, me corrige- Primero porque odia los regímenes totalitarios y segundo porque comen perro. Me cuesta un poco entenderlo porque no me habla. Nunca se si tiene hambre, si tiene sueño, si quiere postre, o si quiere una perra por una noche. El es muy civilizado, pero no, no va solo al retrete, por mas civilizado es muy pequeño y no llega. Aunque el dice que igual no lo haría, que el respeta sus orígenes nada pudorosos. Y siempre me obliga a quitar la mirada cuando necesita hacer sus cosas, si tiene pudor después de todo. La primera que vez que vi a mi perro estaba leyendo un libro de poesía en el parque –él, no yo- Compartimos banco y me dijo que su dueño anterior no soportó sus excentricidades. Le invité una copa y me dijo que no tomaba. Yo dije –PATRAÑAS- y lo convencí, igual no tenía nada que hacer –él. Yo tampoco- Tan glamoroso como solo es él pidió un martini no revuelto ni mezclado y sin aceituna, no le gustan. Yo pedí una cerveza. El lengüeteó su copa e hizo un desastre como todo perro hace. El sujeto de la barra lo vio con cara de perro y dijo –aquí no aceptamos animales- Esto me da bastante risa, pero el dijo textualmente –ANIMAL LA PUTA PERRA QUE TE PARIO!- y partió mi botella amenazando con cortarlo. El dependiente por su parte hizo un rápido movimiento y le dio un puñetazo en el ojo que lo dejó inconciente. Lleve al perro a mi casa y le puse un bistec en el ojo, el se lo comió luego de tres minutos. Me dijo que se sentía deprimido, que le preparara un güisqui en las rocas. Yo le dije –animal, aquí solo hay cerveza- el me miro con odio y me dijo –OK- Le busqué la bebida pero cuando volví estaba dormido, patas arribas en el sofá de mi madre y enseñando sus partes. Desde ese día ha estado conmigo.
Mi perro es negro y chiquito, no se que raza es. El tampoco porque no sabe cual raza es cual. Pero si sabe la raza de los humanos. Yo soy un Casimiro del Norte de Honduras. Nunca me ha dicho si soy una buena raza, lo dudo. También tiene una barba de intelectual con algunas motas blancas que hacen perfección cuando se pone su boina y sus lentes de pasta. Con ese disfraz sale todos los lunes en la noche el café de la avenida. Lleva su cuaderno de poesías, esperanzado como nunca, queriendo leer ante un público de verdad y no solo en la cena ante mi madre y padre que no le prestan la mínima atención. A eso de las once el vuelve, con cara de perros. Lanza la boina y el cuaderno a espacios distintos de la sala y se revuelca en el sofá. Se sacude la suciedad y se dispone a ver las noticias. Yo lo acompaño hasta que se queda rendido y lo coloco en su cama. Mi perro es bastante sentimental, aunque no lo diga. Es como todos nosotros. Tienes secretos que no quiere que nadie sepa –como todos nosotros- Es empedernido, a veces déspota y prejuicioso –como la mayoría de nosotros- Fanático del orden hasta que le enseñas una pelota y empieza a lanzar todo al piso en su afán por alcanzarla, y no está muy orgulloso de eso que se diga. No le gusta trabajar ni ponerse corbata cada mañana. Sale con su pequeño maletín de cuero a hacer quien sabe que hacen los perros. Dejar sus desperdicios de aquí a allá, por el parque. Olerse los traseros unos a los otros, perseguir en bandada a la fémina que esté en sus días. Al parecer se lo toma en serio, muy en serio. Cuando regresa tiene la corbata mal puesta y marcas de mordidas en su pequeño maletín. Está todo menos peinado y con cara de haberse peleado con un rottweiler. Me dice –trame un trago, tengo trabajo que hacer- y se encierra en su estudio. En realidad no hace nada, se esconde debajo de la cama y ahí amanece mugriento lleno de polvo.
Los sabados se mete en Internet. A veces lo he descubierto en muyperras.com y nervioso, con las patas cortas, trata de darle al Alt+Tabulador pero ya es tarde. Me siento junto a el y veo como el aberrado está en la sección de humanofilia, lo que me aterra un poco. El es fanático de Jenna Jameson, aunque ahora que se puso flaca no le gusta mucho. Lo dejo ahí, entonces, para que reprima sus deseos. Y salgo caminando como cuadrúpedo a comer las croquetas que guardo celosamente bajo mi almohada y me digo a mi mismo -¡Estas no son croquetas de perro, son de humano!-
PD.Limpiale la kakita a tu perro cuando lo saques.
No hay comentarios:
Publicar un comentario