Pero en realidad me parece finisimo. Bestia.
David Guetta feat. Estelle - One Love from Austin Ames on Vimeo.
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Insisto en dividir el asunto en sectores, ver el odómetro, las señales de tránsito, las revoluciones, repasar el camino del aire, del combustible, los gases de escape quedan atras. El sonido del viento que se cuela por las ventanas, el perfil aerodinámico, supongo que es más fácil desplazarse con las ventanas arriba, pero no cambiaría nada por mi cara entumecida descifrando los olores de la vía. Las montañas que se pierden, los caminos cubiertos de maleza, la gente a la orilla del camino. Suicidas que cruzan la autopista, las casas lejanas, pintoreteadas con cal, chorreadas, los bloques de adobe, los bloques que se dejan ver entre paredes de 100 años. Los vendedores que corren, a la caza. La estabilidad del vehículo, la fuerza del aire a esa velocidad. Todos los caminos que llegan al mar, las calles que finalizan en una encrucijada. Cuento siete perros muertos, cada vez que me invade el olor de la sangre fresca y pisoteada mi garganta traga fuerte, un sabor metálico, de muerte, denso que se cuela y reposa rato largo. E intento no respirarlo, no sentirlo, en vano. ¿Qué acciones tomamos semejante a la valentía, o la ignorancia de estos animales? El deseo de cambiar, de confesar, de enfrentar una verdad que llega a toda velocidad y no hace nada por esquivarnos. El golpe nos impacta de frente, y en este momento se descubre nuestra naturaleza, el miedo, morimos de hambre a orilla de la carretera, reacios a esquivar a camiones de 18 ruedas. Es más fácil caminar hasta que los escenarios cambien por si solos. Fácil, fácil.
ROYKSOPP-ROYKSOPP FOREVER from kırmızı on Vimeo.
Keep The Streets Empty For Me from Fever Ray on Vimeo.
The FRAY - Heartless from IE HAGY on Vimeo.
El ser derribado en el océano enfilaba el rostro al cielo. Mantenía los puños cerrados, descansando su espalda en la profundidad de las aguas, su torso podía ser divisado desde las costas Japonesas, sus hombros desde la Costa de Marfil. Sus brazos abiertos daban la vuelta al mundo, y sus manos se apoyaban en las montañas más alejadas de diferentes latitudes. Su corazón apenas latía desde el principio de los tiempos, las marea mas alta de cada década lograba cubrir gran parte de su cuerpo, a excepción de la alargada protuberancia que nacía de su frente. Sus contracciones esporádicas hacían temblar la tierra en parajes opuestos del planeta. Cuando despertaba el furor de sus parpados provocaba tornados. Con un ojo veía ocultar el sol, y con el otro lo veía nacer.
Las multitudes se reunían en sus respectivos puertos, para admirar el propio desconocimiento, la propia ignorancia. Regocijarse en esperar de tiempo en tiempo que el invasor, el padre, el que siempre ha estado abriera los ojos. En busca de salvación, de cumplir sus propios deseos observan como sus manos se elevaban rozando la luna, tomándola entre sus dedos con el único propósito de cambiar las mareas, mostrar su lado oculto, realizar sus caprichos, impresionando a la humanidad entera.
No piensa, su existencia trasciende la de todos los humanos. No está regido por el tiempo, ni por sensaciones. Vive de acciones, de elecciones, y eligió estar en los mares desde el mismo principio. No vino de otro planeta, no creció, no comió ballenas hasta alcanzar su tamaño actual. Simplemente sus deseos fueron más allá de la muerte. Su afición por el cielo, ver el sol rondar día tras día. Respirar, vivir, ajeno a las preocupaciones de sus fieles y detractores. Vivir con sus cinco sentidos atentos. Recorrer el agua, saber de dónde proviene cada partícula, cada estrella, cada galaxia y su traslación. Cada remordimiento del hombre, cada decisión mal tomada, cada arrepentimiento hasta este punto.
Y estaba ahí, para dar esa lección. Sin palabras. El único de su clase que ha ido más allá, impulsado en un principio por conocerlo todo, por verlo todo. Por sentirlo todo. Por viajar en el tiempo y observar el movimiento de continentes, la evolución de sus compañeros marinos, el banco de coral que se fundó en sus costados y poco a poco lo convierte en roca. Es el destino, la elección, el desconcierto. Mira a los humanos con envidia, palpa sus dedos en busca de alguna sensación, del secreto del hombre; el secreto y la propia inconformidad que de ahí nace. Escucha su corazón atentamente, suspira confundido, mientras la multitud exige conocer el secreto.
Demandan que el ser finalmente se levante, que se pose sobre la tierra en un último acto de destrucción, que recorra los polos ocasionando inundaciones y maremotos. Detenerse sobre la cima más alta y derribarla hasta el fondo, borrar los símbolos de la humanidad, las huellas del hombre, su polución. Crear una nueva raza de seres similares, extrasensoriales. Sin conciencia, sin individualismos, sin el deseo de propagarse, sin dioses paganos. La vida se había acabado tiempo atrás, y solo la muerte regocijaba el corazón de unos pocos.
Imagino la rama de un árbol, extendiéndose
Alcanzando el cielo
Abrazándolo
Imagino mil ramas
Extendiéndose
Intentando abrazar el cielo
Imagino mis brazos
Abriéndose camino
Alrededor de tus hombros.
Refugio
Imagino tu cabello en picada
Desde la atmosfera
Volando y acelerando
Persiguiendo su olor, su textura.
Imagino las raíces
Entre las rocas
Entre acueductos y cimientos
Imagino mis manos apartando la multitud
Los objetos
Los vicios.
Solo para alcanzarte.
Imagino un escudo
Un hogar donde morir
Hecho de madera y piedra
Sin cimientos o acueductos.
E Imagino vivir bajo un árbol
Sin comer, sin dormir
Sin pensar.
Anulando el tiempo
Viviendo una y otra vez
La misma tarde
La misma tarde
El mismo atardecer
El mismo viaje
El mismo camino
Mi refugio en tus brazos
Tu refugio en los míos.
-Detente y no pronuncies las palabras que siempre el alcohol te da la fuerza de decir, siempre son las mismas. Las que muero por escuchar.
Escultural, no. Única, no. Especial, solo un poco. Y gran parte es por las cualidades que te coloco, no son defectos para mí, hasta ahora. Hasta ahora que te pedí no avanzar más, hasta hora que tus pies desnudos intentaron acercarse a mí y dije no. Lo vi una vez en una película, lo leí en el diario, lo escuché en una canción, sabes que no hago cosas solo por hacerlas. Me gustaría, pero no. Me encantaría, pero no, mis acciones son débiles, manipulables, no pienso realmente en lo que debería. Y veo la escena, y me confunde con los sueños aleatorios que he tenido toda la semana. La necesidad de afecto, el miedo a envejecer, el miedo a perder a mis amigos, mis necesidades más viscerales, Y veo la escena, un poco más nítida, te detengo justo antes de cruzar el pasillo, y darme otra explicación, otra mirada, otro abrazo, y si tengo suerte un beso tímido, como si nos observaran. Te digo que no hables, y sorprendentemente no lo haces. Tus pies fríos en el pasillo se detienen violentamente, nunca me habías visto tan decidido. Tu figura se detiene justo después de la puerta, me observas, callas por qué no sabes que decir, solo tienes el impulsivo capricho de aferrarme a ti, para nada, para nada. Lo sabes, y es por eso que te detienes, violentamente, lo ves con claridad, y no lo haces por mí, lo haces por ti, por lo que realmente quieres. Disfrazas tu mirada, para que piense en tu sacrificio, me dejas ir, para que sea feliz, con mis reales deseos. Yo disfrazo la mía, de dureza y decisión, no es lo que quiero, pero es lo que quiero en ese preciso instante, me basta. Luego de detenerte violentamente haces un ademan, como si intentaras correr hacia mí. Y no es verdad, no te engañes. Por eso apenas presiono el botón te mueves un poco, frunces los labios un poco, queriendo decir algo, un no, un no por favor, un cambiaré por ti. No es la solución, ambos lo sabemos. Por eso me dejas ir, por eso te dejo ir. Y las puertas se cierran, y mis palabras harán eco, harán eco, harán eco, en ese pasillo hasta que respires nuevamente, y pienses, en cualquier cosa. Contaré los días, los años, para que leas esto y me respondas, y me digas que estaba en lo cierto, literalmente, espero lo hagas.
I ImPrimis
En las mañanas pasaba como un fantasma, un total desconocido en la oficina. Su cubículo estaba al fondo, justo en la esquina que da a la salida de emergencia, sería el primero en salvarse después de todo. Junto a los baños. La señora de la limpieza lo saludaba siempre con una sonrisa, el se la devolvía falsamente, no por hipocresía, trataba de ser lo más cordial posible con la gente que no percibía su falta de carisma en general. Su cubículo estaba adornado por un montón de papeles de colores, en realidad solo azul y blanco, no le gustaban los demás del talonario. Pegados a un corcho amarillento que hace tiempo había perdido su función, todo se caía en primer lugar, y en segundo en los corchos generalmente se pegan cualquier cantidad de idioteces que hicieron feliz a la persona en algún momento, boletos del teatro o cine, envolturas de chocolate, cartas infinitamente cursis que empiezan con el sobrenombre que te colocó tu novia de turno y terminan con un te amo, el grafitti en colores degradados de ese mismo apodo, fotos en la playa, en la montaña, en la playa, en la montaña, y en la playa montañosa con el mismo grupo de secundaria. Luego el corcho viejo va perdiendo rigidez y suelta las tachuelas con desgana, el adolescente ya adulto y con traje lo mira, se ríe de todo lo que mencione anteriormente y lo engaveta, lo bota a la basura, o su madre lo hace, o la señora de servicio lo hace, o tu padre curioso, viejo, que nunca fue joven lo medio revisa y se siento orgulloso de su hijo profesional que dejó esas épocas atrás. En fin, su corcho siempre tuvo un solo propósito, poner facturas por pagar y deseos no cumplidos. Detrás de la factura del cable y la electricidad estaba el itinerario del viaje que planeó al graduarse, y que nunca hizo, Rio y Buenos Aires estaban en el tope de la listas, a penas visibles entre el montón de tareas que tenía que hacer. En el escritorio una ruma de discos y sus caratulas, sin nombre claro, para que sea más difícil saber que hay en cada uno, hojas de reciclaje, la Pentium 3 que la empresa se negaba a renovar, y entre todo el desorden un porta retratos digital con una única foto que cambiaba de posición por la configuración dispuesta, la chica en cuestión salía en horizontal, vertical, diagonal, se desvanecía, aparecía de repente, desaparecía en cuadriculas, se desdoblaba como pergamino, daba vueltas, siempre medio mirando, medio sonriendo, con el cabello entre los ojos daba una mirada esquiva a la persona que en ese tiempo tomó la fotografía.
Por mucho era el más eficiente del piso, y en estas cosas de trabajo eso no necesariamente está a tu favor, era la única razón por la que la gerencia lo mantenía a pesar de su curiosa imposibilidad de trabajar en equipo, hay muchas anécdotas, pero el tiempo apremia para contarlas una a una. La mayoría del tiempo terminaba sus reportes a mitad de mañana, pero igual no se iba, o no notificaba a su jefe acerca de su eficiencia. Gastaba toda la tarde observando la fotografía danzar de un lado a otro, imitando esa media sonrisa, recordando lo que se prometió a si mismo recordar, ese año, ese mes, ese día, ese preciso instante lo repasaba una y otra vez para evitar perder los detalles del arnés simbólico que lo mantenía a mitad de montaña, reacio a descender por su propia convicción, pero igual de terco en cuanto a subir, no divisaba los ojos al final de la pendiente escarpada que lo motivaba en aquella época. En su vaivén producto del viento del sur que lo movía de un lado a otro en la montaña se cruza un avión de papel que impacta justo detrás de su cabeza, dos segundos un borrador que cae cerca del porta retratos, otros dos segundos luego escucha las risas sonoras de sus compañeros que provocan un alud en la montaña y lo devuelve a la oficina dejando atrás paisajes andinos y cimas nevadas. Se levanta unos centímetros de su silla y ve como sus detestables colegas iban a la oficina del gerente a lamerle los pies como era costumbre luego de la hora del almuerzo.
Imprimis, lo que en un tiempo fue tu brújula de carne y hueso, o una serie de deseos y metas propuestas, o hasta simbolismos que te motivaban a ir un paso adelante. Lo que nunca te decepciono y por eso aun te aferras , recuerdos que utilizas para mantenerte con vida, dichas y desdichas que juntas hacen ese panorama de lo que llamaste felicidad. Ese momento que etiquetaste como feliz aun después de las catástrofes sucedidas luego. Solo recuerda los buenos momentos, los buenos momentos, los buenos momentos, tres repeticiones son suficientes para que llegue uno a tu memoria.
II Sabor Metálico
Decido que a eso sabe la decepción, pasar la lengua por un tubo de hierro a medio oxidar, ni siquiera estoy en la posición de defender ese argumento pero me convenzo de que es así, o cuando estas a punto de vomitar sin nada en el estomago y sientes ese sabor a sangre que se impregna en tu boca. Cuando fumas un cigarro sin nada mas en el estomago y sientes un vacio que no se puede catalogar como hambre, te retuerces en vano, comes en vano, hasta que cinco minutos luego desaparece. Sucede en muchas ocasiones. Cuando chocas tu carro y es tu culpa, cuando vomitas las plantas que tu madre cuida tan celosamente, cuando descubres que tu padre y la imagen que tenias de él se pierden en diez años de infidelidad. Cuando tus amigos hacen cosas no dignas de amigos. Cuando tu norte su pierde, en un mar brumoso, en una noche estrellada que se nubla y pierdes el rumbo. Los dispositivos de seguridad fallan, resbalas entre los nudos de la cuerda que te sostienes y caes al fondo del abismo, no por cuenta de otros, si no por la propia decides no aferrarte, no quemar tus manos en vano tratando de encontrar la cuerda, es algo que tú decides, no sabiendo que es peor, mantenerlo por un tiempo, o dejarlo ir repentinamente.
[Chapter Seven]
En mis sueños un lago rodeado de tormenta. La perfecta metáfora. Una tormenta eléctrica, impredecible, solo llevada por sus intereses y los del viento. De nuevo, impredecible. Imposible conocer su próximo destino, su próxima descarga. Rodea al lago por los costados, desatando su furia, una leve llovizna es el preludio de un atardecer violento. El lago que es encerrado por las faldas de la montaña, por millones de años ha visto a nuevas especies erigirse de sus aguas, mamuts de fuerte pisada asediados por tribus de hombres, cocodrilos acechando a despistados animales que ceden sedientos ante el peligro. Impasible, nada altera su superficie, su nivel varía uno o dos palmos con cada millón de años transcurrido. Su fuente lo mantiene limpio, invisible a los ojos humanos un manantial subterráneo que convierte los malos deseos en buenos. Admira la tormenta pasajera, como los rayos caen en la superficie de la tierra en un acto de liberación, como el fuerte diluvio es el único capaz de alterar su superficie, aunque sea en lo más mínimo cada gota que cae una tras otra y tras otra se hacen un solo flujo al final. Y se hacen incondicionales por un corto período de tiempo. Hasta que la furia merma, y la tormenta desaparece en la noche. Sin dejar rastro, su esencia sublima en otros costados de la tierra, abandonando el lago que vuelve a su estado expectante, contando cada segundo, observando, escéptico ante los falsos intentos del hombre de sacarle provecho, de alterar su forma, de distraer su mente, de huir a las memorias que aparecen como rayos cuando en esa llanura tenía todo lo que necesitaba. Las nuevas experiencias, que alteran la superficie, no mi esencia; como me manifiesto, como te manifiestas, fuimos incondicionales, o aún lo somos.
[Chapter Three]
2009
En la ciudad donde cada objeto tiene su historia, cada agujero de bala, cada mancha de sangre, cada semáforo testigo de los atracos a plena mañana. Cada peatón que hace su historia día a día, tropezando, escupiendo, contaminando su cuerpo en una carrera que no lleva a ningún lado. Y por primera vez siento que avanzo, que tengo cierta ventaja sobre los rutinarios autómatas que pasan a mi lado, hoy no tengo un destino, ni un itinerario que seguir, un autobús que tomar, una cita a la que llegar.
Y la lluvia que tardíamente llegó, en la noche cuando no tenía caso. Cuando ya había aplacado los sentimientos que me atormentaron durante el día. Cada segundo que extrañé tu sonrisa, tu mirada. Cada segundo que me cuestioné por estar cediendo a lo que me propuse nunca más ceder. Este juego, del que al parecer aun no tengo experiencia. El cielo que se abre, las nubes se deshacen entre rayos lunares. La lluvia que cae cuando no tiene importancia, mis cuestionamientos que resurgen cuando no tiene sentido. Sin marcha atrás solo hay un camino que recorrer, abandonar una década que me dejó todo y me lo quita a la vez para recorrer lo que falta siendo lo que soy, concluyendo en la mejor y más emotiva manera. Cuando tiempo atrás buscaba el amor desesperadamente en todas partes y finalmente llega de la forma más inesperada. Y qué más da si está a punto de acabar o no, igual lo está desde el primer día, desde el que nacimos.
La lluvia que tarde llegó, y tú con ella para dar un vuelco a todas mis presunciones, a todos mis prototipos, deseos, e ideas de felicidad. Esto es felicidad, este día sin destino, sin amigos, si quiera tu. Esto es felicidad, estar al tanto de todo, en esta década moribunda que me cambió, para enamorarme de ti y dejarte ir desde un principio. Por siempre, esto vivirá en mí, y por siempre estaré en tus recuerdos, cuando me evoques y yo haga lo propio.
[Chapter Four]
2009
Al final tengo el poder, el poder de estallar el sol. Derretir un antiguo glacial es algo más sencillo que desprenderme de las personas que más quiero, pero lo sigo haciendo una y otra vez. Y siento que estallar el sol el más simple, pensar en un una noche culminada sin estrellas, sin ese resplandor cuando el sol se asoma entre las montañas es comparable con los sentimientos que han pasado por mi mente en estos últimos días. Pero no, viajo en sentido contrario a ti y veo un nuevo amanecer, una nueva oportunidad para no ser el mismo de siempre. Mi esencia que se manifiesta de la peor forma posible, siendo un animal de costumbres que comete los mismos errores una y otra vez, algo de lo que no estoy orgulloso, pero es imposible arrepentirse. Todo este camino sinuoso me ha traído aquí, y por las mismas circunstancias me llevo a ti en su momento, plagado de traiciones, mentiras, no sé porque pensé que contigo podía ser diferente. Y prefiero estallar el sol el día que olvide la calidez de tu sonrisa, lo que despertabas en mi un simple abrazo, una simple caricia. Lo humano que me sentía cuando no podía evitar llorar solo por pensar no verte un día más, por hacerle frente a mis equivocaciones y llegar a la conclusión de que no tiene sentido seguir tratando que me perdones. Y aunque suene fatalista solo conservaré esto, los recuerdos de un tiempo que pasó demasiado rápido, recuerdos de un cariño y una pasión que pudo llegar mucho más allá. Y por supuesto el dolor de corazón tan terrenal que me dio una bofetada de humildad, de que no puedo seguir jugando conmigo mismo ni con otros.
Solo queda decir que ahí estarás, cada vez que el mundo me ofrezca un nuevo amanecer y me detenga en medio de la nada solo a recordar como recorrimos un camino juntos, como tu mano descansó en la mía en momentos difíciles, al igual que en momentos de felicidad y tristeza. Como todo en este punto parece el fin del mundo, pero al final es solo el principio ****